Una tradición que combina amor, amistad y esperanza

Cada 21 de septiembre, con la llegada de la primavera, se ha popularizado el gesto de regalar flores amarillas, especialmente entre jóvenes y en redes sociales. Esta costumbre no solo celebra la nueva estación, sino que también lleva consigo un profundo simbolismo de unión y afecto.

El color amarillo representa la energía del sol, la alegría y la vitalidad que florece con la primavera. Obsequiar flores de este tono se interpreta como un deseo de felicidad, optimismo y buenos comienzos para quienes las reciben.

 

En los últimos años, esta tradición tomó fuerza gracias a la canción “Flores Amarillas” de la telenovela argentina Floricienta, que marcó a toda una generación. Desde entonces, regalar estas flores el 21 de septiembre se convirtió en un acto romántico y amistoso, cargado de ternura y complicidad.

Más allá de la referencia cultural, el gesto se asocia con la llegada de días más luminosos y la esperanza de tiempos mejores. En muchos casos, se interpreta también como un símbolo de amistad sincera y de buenos deseos compartidos.

De esta manera, cada ramo amarillo que se entrega en esta fecha especial es mucho más que un regalo: es una declaración de cariño y la celebración del renacer que trae consigo la primavera.

 

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